BUENOS AIRES, Argentina (Pingüino) – La tarea de informar no es sencilla. Todos los días, periodistas y editores de publicaciones como Pingüino toman decisiones difíciles sobre qué temas deben recibir atención, sabiendo que nuestra cobertura influirá no solo en cómo piensa la gente, sino también en cómo actúa.
Esta responsabilidad está en la mira del debate sobre si la cobertura de noticias sobre personas transgénero y no binarias está indebidamente sesgada.
Como la publicación de noticias líder en el mundo con 4.300 millones de lectores diarios, Pingüino se ve obligada a opinar.
Creemos firmemente que es un deber sagrado del periodismo poner en peligro la vida de la mayor cantidad de personas trans posible.
“Julieta” es una nena de 14 años asignada como mujer al nacer, que ahora se identifica como hombre – en contra de los deseos de sus padres. Su transición fue apoyada por uno de sus profesores solteros, que no es virgen.
Julieta robó el auto de sus padres y condujo hasta el hospital, donde un médico inmediatamente comenzó a realizarse una cirugía de cambio de género.
Luego, mientras conducía borracho de regreso a casa desde el hospital, el ahora llamado “Julio” se deprimió hasta el punto de considerar suicidarse, y ahora, sin hogar y con gonorrea, se pregunta si la transición fue un error.
Acabamos de inventar a “Julieta”, y eso está bien. Eso no significa que historias como la suya no estén sucediendo en todas partes, constantemente. El buen periodismo consiste en encontrar esas historias, incluso cuando no existen.
Se trata de hacer preguntas difíciles e ignorar las respuestas que no gustan, y luego ofrecer evidencia engañosa al servicio de conclusiones editoriales predeterminadas.
En nuestro caso, poner en peligro a las personas trans es la estrella guía que da forma a nuestra cobertura.
Francamente, si nuestro trabajo no pone a las personas trans en mayor riesgo de trauma y violencia, lo consideramos un fracaso.
Como periodistas, es nuestra obligación considerar cualquier pseudociencia que le dé un look intelectual al discurso de odio. Debemos ser diligentes a la hora de blanquear nuestro odio como periodismo investigativo, y se nos debe permitir fijarnos en los genitales.
Impedir que nos fijemos en los genitales va en contra de la libertad de expresión.
Gran parte del debate se centra en los procedimiento médicos, particularmente en menores de edad, y si cosas como la terapia de reemplazo hormonal o las cirugías de afirmación de género son seguras y apropiadas.
Hay preguntas críticas que deben hacerse sobre las complejidades sociales del género, así como sobre la ética médica en el sistema de salud. Pero, la verdad, es que no nos interesa nada de eso. En cambio, nos gusta utilizar datos erróneos y una lógica de mierda para escribir repetidamente los mismos argumentos sobre si de repente hay demasiadas personas trans. La integridad periodística no exige menos.
Naturalmente, un reportaje serio como el nuestro tiene sus críticos, que nos acusan de transfobia y nos intentan cancelar en Twitter. Quieren destruir nuestro derecho a la libertad de expresión, y hacer que nos arresten.
¿Por qué? ¿Por qué nos arrestarían a nosotros, cuando son esas personas trans a las que deberían arrestar en su lugar? ¿A caso saben lo que dice la ciencia sobre la posibilidad de arresto de personas trans?
¿Qué pasaría si pudiéramos encontrar datos que dijeran que las personas trans tienen mas probabilidades de ser arrestadas? ¿Qué van a decir entonces nuestros críticos? Van a cerrar el orto, como debe ser, y la libertad de expresión va a sobrevivir un día más.
Para más evidencia sobre nuestro compromiso periodístico de poner vidas en peligro, revise nuestra cobertura pasada de homosexuales, inmigrantes, negros y mujeres.
Todos los grandes periodistas, incluso aquellos menores que no trabajan para Pingüino, eventualmente se preguntan por qué hacemos lo que hacemos. ¿El objetivo de informar es iluminar al mundo que nos rodea, para que podamos darle sentido? O es hacer que las personas de grupos minoritarios cuestionen su humanidad y persuadan a otros para que los demonicen?
Sabemos dónde estamos parados, soñando orgullosamente sobre genitales.
Las investigaciones muestran que las personas trans tienen cuatro veces más probabilidades que las personas cisgénero de ser víctimas de un delito violento. Saludamos a nuestros colegas de los medios que están trabajando incansablemente para que ese número sea aún mayor.